Ni siquiera una despedida
Si esta fuera una película, yo estaría bebiendo una cerveza y fumando un cigarrillo mientras miro por el balcón de mi departamento las luces nocturnas y las calles vacías de la ciudad. De fondo sonaría una canción melancólica. Quizá mostrarían una escena breve de lo que está haciendo ella en este momento, o alguna especie de flashback con imágenes de nuestros momentos felices. Y luego cambio de escena. Pero la vida real tiene menos "clichés", la soledad se siente más densa, y aunque estoy parado bajo el cielo nocturno mirando por mi balcón, no hay música de fondo y yo no bebo ni fumo. Es cierto que en mi mente si están esos flashback, pero los recuerdos tienden a ser menos nítidos, un poco menos exactos y sin tantos detalles. No. La verdad es que cuesta recordar los momentos vividos. Los hechos se mezclan con deseos o frustraciones, amoldando lo vivido con pequeños cambios que se van convirtiendo en nuestros recuerdos. Si esta - mi vida - fuera una película, habríamos podido perdonarnos, intentar arreglarlo y al final la fuerza del amor hubiera triunfado por sobre todos los demás problemas. Pero simplemente se fue y nunca más volvió. Y yo pasé las noches esperando que llamara, o que apareciera, o que enviara alguna señal de algún tipo. Ni siquiera una despedida, un adiós, una última mirada o palabra. No tuvimos segundas oportunidades y a mí me costó moverme y continuar con mi vida. Me pregunto si ella pudo continuar con su vida como si nada o si el fantasma de nuestro amor la siguió por algún tiempo, tal como me ha seguido a mi hasta ahora. Tampoco puedo saber si aquello me haría sentir mejor o peor, pero por lo menos sabría algo, algo que ahora se me vuelve difuso, intangible, incontestable.
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- (de Diarios de la vida en la ciudad -escritos breves).
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