Septiembre

Volantines en el cielo de Septiembre



En Septiembre llegan las alergias y la sombra de Enero comienza a tener efecto: la angustia de verse bien parece brotar junto con las hojas de los árboles, los días son más largos y calurosos, caen los abrigos, las bufandas y la ropa gruesa pasa a ser reemplazada por vestimenta ligera que nos recuerda que hay que volver al ejercicio previo al verano que se avecina. El amor se apodera de las calles y las plazas, las bicicletas se multiplican en las calles, los libros son leídos por todos los rincones, las vecinas se asoman a los balcones a mirar la gente pasar al atardecer.

Pero Septiembre también es un mes de contrastes. Un mes donde el invierno termina y la primavera comienza, y donde año a año los primeros quince días son de luto y los otros quince son de fiesta. Donde tristes recuerdos de un pasado violento se llevaron a un presidente, un músico, un poeta y a cientos de estudiantes, padres de familia, vecinos, hermanos, amigos que no regresaron. Y luego, suena la música por todas partes, la gente sale a las calles, los volantines siembran el cielo de colores, los pañuelos revolotean sobre las cabezas, y las copas se alzan alegres. ¿Acaso otro mes puede ser más semejante a la vida misma?. Difícil decidir si este es un mes de dolor, de gozo o de ambas cosas.

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