Siddharta y Kamaswami

Siddharta, de Hermann Hesse, fue escrito en 1922. El siguiente es un estracto del capitulo "Con los humanos".

Siddharta marchó a casa del comerciante Kamaswami. Le habían enviado a una rica mansión; los criados le guiaron sobre valiosas alfombras hasta un salón, donde debía esperar al dueño de la casa. Entró Kamaswami. Era un hombre ágil y atlético, con el cabello muy canoso, unos ojos sabios y prudentes, una boca exigente. Amablemente se saludaron anfitrión y huésped.

Me han dicho -empezó el comerciante- que tú eres un brahmán, un sabio, pero que buscas empleo en casa de un comerciante. ¿Acaso te encuentras en la miseria, brahmán, y por eso buscas empleo?

No -contestó Siddharta-, no me encuentro en la miseria, y jamás me he encontrado así. Has de saber que vengo de entre los samanas con los que he vivido mucho tiempo.

Si vienes de los samanas, ¿cómo no vas a estar en la miseria? Los samanas no poseen nada, ¿verdad?

Nada tengo -repuso Siddharta-, si es lo que quieres decir. Desde luego que no. Sin embargo, eso ocurre porque así lo quiero; por lo tanto, no estoy en la miseria.

Pero, ¿de qué piensas vivir, si no posees nada?

Nunca he pensado en ello, señor. Durante más de tres años no he poseído nada, y jamás pensé de qué debía vivir.

Es decir, que has vivido a expensas de los demás.

Supongo que así es. También el comerciante vive a expensas de los otros.

Bien dicho. Pero no les quita a los otros lo suyo sin darles nada: en compensación les entrega mercancías.

Así parecen ir las cosas. Todos quitan, todos dan: ésa es la vida.

Conforme, pero, dime, por favor: si no posees nada, ¿qué quieres dar?

Cada uno da lo que tiene. El guerrero da fuerza; el comerciante, mercancía; el profesor, enseñanza; el campesino, arroz; el pescador, peces.

Muy bien. ¿Y qué es, pues, lo que tú puedes dar? ¿Qué es lo que has aprendido? ¿Qué sabes hacer?

Sé pensar. Esperar. Ayunar.

¿Y eso es todo?

¡Creo que es todo!

¿Y para qué sirve? Por ejemplo, el ayuno ... ¿Para qué vale?

Es muy útil, señor. Cuando una persona no tiene nada que comer, lo más inteligente será que ayune. Si, por ejemplo, Siddharta no hubiera aprendido a ayunar, hoy mismo tendría que aceptar cualquier empleo, sea en tu casa o en cualquier otro lugar, pues el hambre le obligaría. Sin embargo, Siddharta puede esperar tranquilamente, desconoce la impaciencia, la miseria; puede contener el asedio del hambre durante mucho tiempo y, además, puede echarse a reír. Para eso sirve el ayuno, señor.

Tienes razón, semana.





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