¿Somos irracionales los Chilenos?

Después de dos semanas de protestas y marchas pareciera ser para algunos que ya es tiempo de que los chilenos retomen su cotidianidad y vuelvan a su vida "normal". Amigos y conocidos de otros países me han señalado que ya no se entiende que continúen las marchas y protestas, pues el gobierno ha anunciado que "tomará las medidas correspondientes pues han escuchado las demandas de los chilenos". Pero lo cierto es que esas parecen ser palabras vacías, debido a que no se ven señales verdaderas de querer realizar un cambio estructural y real para que los abusos por parte de las grandes empresas y corporaciones lleguen a su fin.



"Como el pueblo ha perdido la confianza del gobierno, es más simple para el gobierno disolver al pueblo y nombrar uno nuevo". Con estas palabras, Bertolt Brecht hace una sátira de lo que sucedía en Berlín en un episodio similar a lo que sucede en estos días en Chile. Cuando se pierde la confianza en las autoridades políticas de un país, el camino a la restitución de la confianza solo puede ser transitado con cambios que reflejen que lo que se busca es lo mejor para el país y sus ciudadanos. Hasta ahora ha sido la clase política la que ha avalado las altas alzas de los servicios básicos de los chilenos (luz, agua, educación, transporte, gas, alimentos). Muchos han sido financiados por estas grandes empresas, y se han coludido para obtener mayores ganancias estrujando (figurada y literalmente) a la clase media y baja. Los casos de corrupción, cohecho, colusión y aceptación de coimas por parte de políticos y empresarios se cuentan por docenas, hecho que ha terminado por reventar en todas estas movilizaciones ciudadanas.

El cambio de una nueva constitución parece ser fundamental en este procesos, y no hay voluntad por parte del Presidente y sus Ministros, Diputados o Senadores. Reducir el número de parlamentarios, reducir la dieta parlamentaria y Ministerial, fijar tarifas para los servicios básicos, terminar con las concesiones de agua a privados (pronto nos cobraran por respirar, tomar sol, caminar por la calle), y así una larga lista de abusos, privilegios, negociados y etcéteras, que no encuentran la voluntad política para favorecer al chileno medio, pero sí a las grandes corporaciones y empresas nacionales y transnacionales.

Hoy cobra mayor fuerza el dicho "no le temo tanto al extranjero que nos quiere comprar, como al compatriota que nos quiere vender". Nuestros políticos nos han vendido al mejor postor, recibiendo regalías y engordando sus bolsillos a costa de estrujarnos a cada uno de nosotros, los pequeños trabajadores y empresarios de clase media y baja. ¿Somos irracionales por pedir una mejora en nuestra calidad de vida y un alto a tanta corrupción y negociado personal por parte de la clase política? Irracionales somos, si, cuando decimos frases como: "al menos este no roba tanto y reparte un poco", pues hemos aceptado el hecho de que un político y empresario nos puede robar, y eso está mal pero esta bien si nos deja algo para el resto. Irracionales somos al crecer económica mente un 5% como país, pero un 0% como sociedad en lo cultural, ético y moral; una sociedad que no apoya a sus científicos y técnicos para crecer y desarrollarnos de manera sostenible respecto a nuestra tierra y recursos, sin educación de calidad para todos.

Por eso y bastante más (ni siquiera he tocado el tema de los abusos de la Iglesia y su rol en intervenir en políticas de Estado) es que se continúa llamando a Paro Nacional, a Marchar, a salir a las calles, a gritar, tocar las cacerolas y no dejar que todo vuelva a la normalidad, porque ya no queremos esa normalidad, queremos regresar a una cotidianidad donde un nuevo Chile brinde mejores oportunidades de igualdad y justicia a sus ancianos y jubilados, a sus estudiantes, a sus profesionales y técnicos, a su mano de obra calificada, a cada uno de quienes comparten esta hermosa tierra de Pampa, Desierto, Montañas, ríos, océano y cielo.




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