Políticas de uso adecuado de la luz

Sin duda uno de los grandes progresos en las ciudades es el uso de la luz para aumentar el bienestar en la calidad de vida de las personas debido a multiples razones incluyendo seguridad, desarrollo, mantener actividades que antes estaban circunscritas al día solamente -entre otros-, pero estamos descuidando su calidad y los impactos que su uso está generando en la población humana y en poblaciones de flora y fauna que mantienen su dinámica de vida asociada a actividades nocturnas, además de disminuir considerablemente la posibilidad de observar el cielo nocturno.

La iluminación LED, ampliamente instalada en calles, costaneras, malls, casas y carreteras, tiene efectos secundarios muy negativos. La luz blanca se ve así porque tiene un fuerte componente de emisión de la parte azul del espectro electromagnético (y también del ultravioleta). Esta luz es muy negativa debido a sus efectos en la salud del ser humano, así como en la flora y la fauna. Por ejemplo, la inhibición de la producción de melatonina, que está asociada a la luz blanca, regula el ciclo sueño y vigilia. Además, este tipo de iluminación encandila y tiene un efecto contraproducente en términos de seguridad, ya que podría permitir a un agresor aprovecharse de esa iluminación haciendo uso de algún artefacto luminoso con ese fin. Pero, la misma tecnología LED permite luminarias que emiten una luz mucho más cálida y amigables con el medio ambiente y que debieran potenciarse por un lado, y por otro lado desarrollar políticas de alumbrado público que se active con el movimiento y mantenga la oscuridad de ciertas zonas, probablemente no de manera total, pero que permita una doble función: por una parte ahorrar energía al apagar una buena parte de la luminaria en horas menos transitadas y de escaso movimiento, y por otra el ayudar a disminuir la contaminación lumínica que afecta a la flora y fauna, y a la observación de los cielos en muchas ciudades.

El equilibrio entre los beneficios al hombre y al ambiente es algo que debe ser nuestra prioridad, simplemente porque el ambiente nos provee servicios que nos son indispensables para nuestra existencia y bienestar: nos proporciona elementos de conexión espiritual, alimentos, recreación, trabajo, refugio, etc. No podemos seguir con nuestras políticas de consumo ilimitado, sin considerar mejores opciones de reducir, reutilizar, optimizar lo que usamos y necesitamos. Ya hablé en otro post de cómo desperdiciamos agua por nuestras cañerías que podría y deberían ser recicladas, tratadas y reutilizadas para regadío y otras actividades. La luz es otra de nuestras prioridades a utilizar mejor, no solo para optimizar su uso, sino también para respetar nuestro entorno, nuestros cielos, nuestros ciclos de sueño y actividad.





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