Sobremesa

Una de las costumbres bien arraigadas en nuestra cultura es hacer la sobremesa, que consiste en tomar una infusión como una taza de café, té o un agua de hierbas mientras se conversa sobre la vida. Pero las sobremesas se están perdiendo en pos de la productividad laboral, porque los almuerzos son breves, al paso, igual que las conversaciones y los lazos humanos. Precisamente ese día habíamos ido a comer algo a un local como grupo y nos pedimos un buen almuerzo y nos hicimos una buena sobremesa donde conversamos sobre las horas laborales y la productividad. H que venía recién llegando de Europa nos hablaba de lo productivos que eran ellos en comparación con nosotros que eramos los reyes para perder el tiempo, sacar la vuelta, procrastinar, tomar café y conversar en horario de trabajo, lo cual le parecía uno de los grandes males de nuestra cultura. Al contrario, señaló G, es porque nuestras jornadas laborales son más largas que en otros países que nosotros somos buenos para establecer relaciones humanas, para conversar en horario laboral. Si nuestras jornadas fueran más reducidas, seríamos igual de eficiente de lo que somos, pero con menos espacio para lo social, tal como lo son en Europa donde la gente no establece lazos, no conversa, no se abraza, no se conoce, pero tiene menos horas laborales y son igual de productivos que nosotros. ¿Quieres decir que debido a que tenemos jornadas largas es que perdemos el tiempo, porque somos igual de eficientes que en Europa? preguntó H. Exacto, dijo G, trabajamos las mismas horas efectivas, humanizamos el resto del tiempo porque un humano promedio puede trabajar eficientemente un número determinado de horas y el resto del tiempo lo usará para otras tareas menos demandante y más estimulantes, como en este caso humanizar. Wow, eso es un interesante punto de vista, señaló A, mientras le daba un sorbo a su café con la mirada fija en la taza y a tal punto que parecía introducirse en aquel líquido oscuro que parecía sumir sus pensamientos y H arrugaba la nariz en un claro gesto de desacuerdo con G. De todas maneras preferiría reducir la jornada laboral y humanizar menos con la gente en el trabajo y más con la familia, dijo A que ya había sacado su mirada de su taza de café y ahora miraba al grupo. Pues debes ser de los pocos que quieren eso, porque estoy segura de que la mayoría preferiría jornadas más cortas pero no para irse a casa a estar con la familia, sino para hacer cualquier otra cosa, pues es un hecho que a la gente no le gusta llegar a casa, donde están los verdaderos problemas, señaló G y esta vez H pareció estar de acuerdo con su comentario, por lo que G continuó su idea diciendo que por eso se habían instaurado los Happy Hours como una respuesta a la demanda de la gente a quedarse un poco más humanizando con los amigos, socializando con gente que no fuera la familia, porque nos guste o no nos guste, la familia es uno de los mayores causantes de estrés en la población: los problemas de dinero, de celos, de mantener la casa ordenada, a los niños con sus tareas hechas porque en el colegio no encuentran nada mejor que enviarles largas y demandantes tareas a los niños para que los papás no tengan tiempo para nada en su propia casa, sino que se queden hasta largas horas de la madrugada haciendo la maqueta, el dibujo, el trabajo, etc, para que su hijo obtenga una buena nota al otro día en clase. Te fuiste al carajo! dijo A con una sonrisa y levantando los brazos en seña de exageración para enfatizar que creía que G exageraba en su análisis social, si bien tenía varios puntos a su favor otros eran muy cuestionables. Yo que había estado en silencio y escuchando la conversación dije que en realidad los Happy Hours eran un constructo social que respondía a dejar pasar la hora punta que es la de mayor tráfico en la ciudad mientras se compartía una bebida y una conversación, porque era mejor pasar el tiempo sentado y compartiendo con un amigo que de pie en un colectivo en medio de cientos de automóviles que no avanzan o apretado en el subte como un animal, y cual de ellos más apurado por salir de allí, y con esa espera también se disminuía el tiempo de viaje aunque se llegaba prácticamente a la misma hora a la casa. Es que ese es otro problema que se suma dijo A, que trabajamos hasta tarde y todos hasta la misma hora y además vivimos lejos del trabajo, lo que hace que humanizar en el trabajo sea como una catarsis a todos los problemas que se viven día a día por el mismo hecho de ir a trabajar en una ciudad que colapsa cada día en la mañana y en la tarde. En eso último todos estuvimos de acuerdo, y aprovechando un momento de silencio H le hizo un gesto a la chica que atendía la mesa para que nos llevara la cuenta dando por finalizada la sobremesa de ese día.

- De diarios de la vida en la ciudad (escritos breves)

 





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