Los sobreentendidos

Un hombre camina bajo la lluvia. No lleva paraguas. No lleva abrigo. No lleva - en efecto - nada con lo que pueda cubrirse, excepto su ropa cotidiana. Y sin embargo no se ha mojado ni un solo pelo. ¿Cómo es esto posible?.



Muchas veces algunas afirmaciones nos parecen contradictorias, o poco lógicas. Las soluciones no aparecen de buenas a primeras y nos parece que hay un error, que no se nos está entregando toda la información o no existe una solución.

Nuestro cerebro pareciera trabajar de tal manera que muchas veces nos engaña y aceptamos como "cierto o verdadero" algo que en realidad no lo es, pues simplemente se ha sobreentendido una información recibida.

En la afirmación anterior, nos parece una contradicción el que una persona camine bajo la lluvia y sin tener o poseer ningún medio de protección ante la lluvia, no se llegue a mojar ni un solo pelo, pues parece imposible que al estar caminando bajo la lluvia no se moje. Pero la verdad es que si se moja, debido a que en la afirmación no dice nada al respecto, aunque nuestro cerebro interpreta la expresión "no se ha mojado ni un solo pelo" como "no se moja en lo absoluto", lo cual es un engaño o error de lógica, porque lo único cierto es que literalmente "no se ha mojado ni un solo pelo", lo cual nos lleva a la solución única y obvia: el hombre que camina bajo la lluvia sin protección es totalmente calvo y no tiene barba.



Este tipo de sobreentendidos son utilizados muchas veces por políticos y otros que desean hacernos creer cosas que son de una manera pero llegan a parecer de otra manera. Por ejemplo, el prometer en una campaña electoral que el sueldo promedio en su gobierno será de 600 unidades monetarias puede sonar muy prometedor para alguien que hoy gana 300 unidades monetarias, cuando la verdad es que esa persona seguirá muy probablemente ganando lo mismo (al igual que todos los demás), y los que ganan mucho actualmente, ganaran mucho más en lo inmediato y subirán el promedio (es decir la estadística) pero no el salario real de la gente.

Existen además aquellos sobreentendidos cotidianos: por ejemplo, Como cuando te dicen: “Están tocando a la puerta”. Obvio, lo escuchaste y lo sabes. El mensaje entre líneas es “Ve a abrir”, pero este, supuestamente, se deduce del anterior.

En resumen, se llaman sobreentendidos a esos actos de comunicación que no son directos, pero en los cuales una o ambas partes asumen que hay suficiente claridad y no necesitan más explicaciones, pero que pueden llevar a errores de interpretación.




 

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