Aprender de otras culturas
A las puertas de comenzar un nuevo año, creo que un buen desafío para este 2017 es continuar aprendiendo de otras culturas e intentar traer ese conocimiento a mi vida cotidiana. Haber nacido en Chile ya es un gran regalo que me dio la vida, un país con paisajes que contiene a muchos lugares del planeta, desde el altiplano hasta la costa, las montañas, los volcanes, sus ríos, el desierto, la patagonia... pero si hay algo que este bello país carece es de antigüedad, algo que otras naciones tales como India, China e incluso nuestras culturas pre-hispanicas tienen para aportar a la cultura y al desarrollo de nuestras vidas. Y el aprendizaje de otras culturas va de la mano con un despertar que siempre va a ampliar nuestros horizontes, nuestra manera de ver la vida, de mirar al prójimo y de adquirir consciencia de quienes realmente somos.
Y este aprendizaje es una forma de viajar, ya sea fisicamente (transladándonos a otro lugar para aprender de él), virtualmente (leyendo sobre ello), o incluso experimentando lo que nos llega mediante sitios, arquitectura, lugares, comidas, expresiones artísticas y/o deportivas donde se expresa otra cultura en nuestra ciudad o país (como por ejemplo un jardín Japonés o un Restaurant de comida extranjera).
Aquellos que llegan a apreciar la belleza de otras culturas se vuelven más abiertos a recibir este intercambio cultural, aquellos que viajan comprenden lo que es ser extranjero y cómo es tratado en general alguien que no está en su país. También interiorizan el mundo como un gran lugar donde las fronteras son solo divisiones politicas y culturales, y no un lugar donde existen razas superiores o inferiores. Comprenden que la cooperación es un camino preferible a la competencia. Finalmente y lo más importante, es que llegamos a darnos cuenta que lo que nos han contado en los medios y en nuestra cultura cerrada es en realidad una pequeña parte de un mundo que está allí, donde el trabajar y consumir encerrándonos en ese circulo simplemente no lo es todo.
También es bueno seguir interiorizandose en nuestra propia cultura. Y hay una obra de Violeta Parra que desde que la ví me ha llamado profundamente para seguir viéndola, pensándola y sintiéndola. Y de eso trata: de la diversidad, de la aceptación, de la paz, de crecer y vivir en un mismo planeta.
Y este aprendizaje es una forma de viajar, ya sea fisicamente (transladándonos a otro lugar para aprender de él), virtualmente (leyendo sobre ello), o incluso experimentando lo que nos llega mediante sitios, arquitectura, lugares, comidas, expresiones artísticas y/o deportivas donde se expresa otra cultura en nuestra ciudad o país (como por ejemplo un jardín Japonés o un Restaurant de comida extranjera).
Aquellos que llegan a apreciar la belleza de otras culturas se vuelven más abiertos a recibir este intercambio cultural, aquellos que viajan comprenden lo que es ser extranjero y cómo es tratado en general alguien que no está en su país. También interiorizan el mundo como un gran lugar donde las fronteras son solo divisiones politicas y culturales, y no un lugar donde existen razas superiores o inferiores. Comprenden que la cooperación es un camino preferible a la competencia. Finalmente y lo más importante, es que llegamos a darnos cuenta que lo que nos han contado en los medios y en nuestra cultura cerrada es en realidad una pequeña parte de un mundo que está allí, donde el trabajar y consumir encerrándonos en ese circulo simplemente no lo es todo.
También es bueno seguir interiorizandose en nuestra propia cultura. Y hay una obra de Violeta Parra que desde que la ví me ha llamado profundamente para seguir viéndola, pensándola y sintiéndola. Y de eso trata: de la diversidad, de la aceptación, de la paz, de crecer y vivir en un mismo planeta.
"Contra la Guerra" de Violeta Parra. |
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