Historias de Bossa nova

"Suavemente sus dedos fueron dejándose caer a un ritmo acompasado que poco a poco fue llenando el aire. Desde la hamaca, su mirada se posó en las escasas nubes que atravesaban lentamente el cielo azul haciendo que ese breve momento adquiriera mayor significado. La brisa suave se mezclaba con la melodía de los acordes de su guitarra que era compañera indiscutida de aquellas tardes de verano. No faltaba el mate y un libro de esos que le gustaba volver a leer. Pero ahora, su mente y su cuerpo se dejaban llevar por los sonidos, los acordes, las melodías de esa bossa nova que su voz también acompañaba y transportaba hacia lo más profundo del cielo, la playa, el mar. Por alguna razón momentos como esos eran el equilibrio perfecto entre conectar la mente, el cuerpo y todo lo que lo rodeaba. Tal vez aquello era lo mas parecido a tener contacto directo y real con lo divino".

"Le gustaba conducir con una mano en el volante y la otra en el cambio. La calle estaba repleta de automóviles a esa hora y se avanzaba poco. Afuera las nubes amenazaban con descargar una lluvia de abril. Adentro, sus dedos tamboreaban al ritmo de la música en el volante mientras el idioma portugués sonaba en la voz de Gilberto. Los árboles flanqueaban la calle y la arquitectura del lugar mezclaba edificios modernos y antiguas construcciones compartidas por varias familias en un patio común. Precisamente a esa hora una mujer de piel canela barría las hojas acumuladas sobre el piso de piedra tallada. Sus rasgos mostraban la belleza de América, probablemente del Perú. Su cuerpo se mecía al ritmo de la música que él escuchaba adentro en el automóvil, como si ella también la escuchara y se dejara llevar por su compás. El cristal comenzó a llenarse de gotas anunciando que la lluvia había llegado. La mujer miró al cielo y cerró los ojos dejando que el agua acariciara su rostro, sus pómulos morenos y su cabello negro. Ahora los autos comenzaban a moverse, y aquella visión comenzó a quedar atrás para siempre."


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