Noches de luna


A veces la luna atraviesa el firmamento y se queda atrapada entre los árboles. Abrazada por sus ramas se deja envolver y sonríe porque las hojas le hacen cosquillas cuando se mueven con el viento. Esas son las noches que se vuelven eternas y en que el mar se queda absolutamente quieto, como una taza de leche. Otras veces un poeta la enamora y la arrebata para sí. Aquellas noches cuando la luna no aparece son las más oscuras y los amantes furtivos se aman en las sombras. Pero ninguna noche es como cuando la luna está llena de los deseos de la gente. Entonces su luz se refleja en las aguas y en los valles del mundo y las estrellas empequeñecen y se opacan en el firmamento. Cierra y comienza nuevos ciclos que las tribus utilizan de guía para las cosechas. Aquellos días me la quedo mirando y sucumbo bajo el hechizo de su grandeza que señorea la noche y se deja ver aún durante un luminoso día. En esos días no hay árbol que la atrape ni poeta que la enamore....


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