El teatro y la vida: aprendiendo en post del aplauso

Aprendemos por medio de la imitación, o en otras palabras, de la representación teatral personal de lo que otros hacen, dicen, sienten. Desde la infancia aprendemos sobre encuentros y pérdidas mediante la teatralidad llamada juegos entre madre e hijo en el conocido ¿dónde está? ¡Acá estáaaa! con un cojín, donde el bebé establece relaciones de pérdida-encuentro (y por ello asombro, risa como respuesta).

Con el paso del tiempo vamos desarrollando nuestra identidad teatralizando a nuestros padres, y a quienes nos rodean (tíos, hermanos, amigos). Buscamos por medio del aplauso y la risa situaciones que nos parezcan que llamen su atención sobre nosotros: gestos (hace un viejito), situaciones (tirar al suelo y que recojan algo), etc.

Más adelante en la adolescencia la imitación va por aquellos que se nos muestran exitosos (según lo que entendamos por éxito) en las áreas que sean de mayor interés: el deporte, el conocimiento, los negocios, el sexo opuesto. Sobre todo es en esta etapa donde la vida se prepara y enfrenta mediante la teatralidad que busca representaciones para generar una respuesta emotiva de un tercero sobre uno. Por ejemplo se desarrolla una tendencia a llevar una vida de drama si se busca emotividad victimaria, comedia para generar risas, acción para generar miedo y/o respeto, etc. En este camino se busca la identidad que permita transformar esas representaciones en lo que realmente somos, definiéndonos como personas.




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