Transgénicos

Un vegetal transgénico tiene unos pocos genes extra –y por lo tanto proteínas– comparado con los vegetales convencionales. El maíz tiene unos 32.000 genes en cada una de sus células, así que 3 genes más no hacen una gran diferencia a la hora de comerse un vegetal transgénico. Hasta ahora, los estudios realizados señanlan que no hacen efecto ni daño a la salud humana, así que teóricamente podemos comerlos sin preocuparnos de que nos volvamos mutantes o algo similar, dado que comemos genes y proteínas todos los días y a cada rato. Un tomate tiene genes. La lechuga también. El pollo igual. Un almuerzo normal está lleno de genes y proteínas, los que van a dar a nuestro estómago y ahí son desarmados en las piezas más sencillas (nucleótidos y aminoácidos) que luego el cuerpo usa para fabricar sus propios ácidos nucleicos y proteínas.

Por supuesto que así como hay alimentos venenosos, y eso no los comemos para no envenenarnos, puede teóricamente insertarse proteinas de ese tipo en alimentos normales. Pero no es muy probable que una empresa que trabaje en transgénicos quiera matar a sus clientes, pues no es negocio. Por eso testean cada uno de sus alimentos transgénicos para que sean seguros al consumo. Tal vez siendo muy "quisquilloso" pudiera pensarse en el desarrollo de enfermedades que no matan pero nos vinculan a las farmacias haciendo un negocio entre ambas. Por ahora no hay evidencia de ello en las numerosas publicaciones científicas existentes, muchas de las cuales se dedican a intentar encontrar evidencia de ello como prueba para dejar de producirlos, interponer acciones legales, etc. Es decir, hasta ahora podemos comerlos con tranquilidad para nuestra salud.

El mayor peligro de un transgénico no apunta hacia el consumo humano, sino para la naturaleza. Muchos productos transgénicos pueden producir cambios ecológicos significativos. En general las semillas son modificadas para que sean estériles, y asi no puedan producirse nuevas semillas a partir de ellas. Y allí está el negocio, hacerse dueños de las semillas que solo se podrán adquirir a la empresa dueña de ella, pues nunca más esas semillas darán nuevas semillas para nuevos cultivos, sometiendo al mercado de los alimentos a su poder.

Tambien existen grandes beneficios de los transgénicos bien utilizados. Por ejemplo, hay un insecto que se come al maíz y se descubrió cerca de 1920 que una bacteria que vive en el suelo -Bacillus turingiensis- es capaz de matar específicamente a esos insectos. Gracias a esto, se empezaron a usar estas bacterias como insecticida natural. Posteriormente, se identificó una proteína en particular producida por esa bacteria que era la que mataba al insecto, es decir, una proteína insecticida. Gracias a esto se dejó de usar la bacteria y se empezó a rociar las plantas con preparaciones de la proteína insecticida. Y por supuesto, la proteína quedaba en el maíz y luego la comíamos; de hecho, hasta el día de hoy se usa en la agricultura orgánica. A alguien se le ocurrió que sería buena idea hacer que las plantas fabricaran esa proteína transfiriéndoles las instrucciones para hacerla. De esta forma, ya no sería necesario rociar a las plantas usando aviones y el proceso de control de plagas sería más barato. De esta forma, nacieron las plantas de maíz transgénico Bt (por Bacillus turingiensis). Esto ha permitido disminuir el uso de insecticidas (o incluso eliminarlo), por lo que proliferaron insectos beneficiosos que se comían a los insectos que son plagas, es decir, aumento el bio-control de plagas.

Resumiendo, es el uso que se le de a los transgénicos lo que puede ser catalogado como beneficioso o perjudicial.

Algunos datos fueron sacado de El Efecto Rayleigh



Comentarios

Tambien te puede interesar

Te quiero - Jaime Sabines

Dos poemas de En sus Zapatos (2005)

La Tregua de Mario Benedetti (extracto)

Encontrando estrellas: Orion y sus vecinos Aldebaran y Sirio

Carreras secretas - Alejandro Dolina

La Ruta de los Moais en Santiago de Chile

Poema 14 - Pablo Neruda

Los 7 principios del Bushido: el camino del Samurai

Prosas apátridas de Julio Ribeyro

Jardín Chino - Santiago de Chile