Una sociedad sin fracasos

El periodista le preguntaba a la madre qué sentía ante el hecho de que a su hijo, el colegio le negara la oportunidad de rendir la prueba de conocimientos que impulsa el gobierno para medir al establecimiento educacional. Ella -como es lógico- respondió que aquello era discriminación porque su hijo tenía un promedio de notas bajo y por lo tanto, el colegio temía que ese alumno perjudicara el promedio del establecimiento en dicha prueba. Como si fuera poco, el colegio ya habia intentado negarle la matricula a su hijo ese mismo año por no tener calificaciones sobresalientes, aún cuando cumplía con todos los requisitos para continuar en el establecimiento, aprobando sus materias (con el mínimo a veces) y no tenía problema alguno de conducta. El colegio simplemente quería -entre otras cosas- mantener sus "altos estandares de jóvenes exitosos que entrarán a la universidad", porque para la sociedad actual no entrar en la universidad es menos exitoso que entrar.



Es lamentable, pero aquello solo es el fiel reflejo de un pensamiento que se ha difundido en nuestra sociedad moderna: no hay espacio para aquellos que no son exitosos en mantener cierto estandar impuesto. No importa si las aptitudes van por otro lado (estoy pensando en ser un gran artista o deportista, etc), pero si lo que se mide no calza con lo pedido (por ejemplo sobresalir en matemática), entonces no estás dentro del modelo de éxito que se espera.

Por un lado, en esta sociedad no hay espacio para desarrollar otras áreas desde niño -para el común de la gente al menos- y por otro lado, no se permite fracasar y aprender de los errores. El resultado de ello es que una gran mayoría termina haciendo lo mismo, en las mismas áreas y con las mismas habilidades, y existe un gran nivel de frustración ante el fracaso tras una trayectoria de éxitos.

¿y entonces?

Se debiera diferenciar entre el fracaso sistematico o reiterado, y el fracaso normal, sano y hasta necesario; así como entre el fracaso real vs el fracaso aparente. Por otro lado debiera desarrollarse programas que ayuden a entender y a impulsar la diversidad social necesaria para abordar la complejidad cada vez más creciente de nuestro sistema social, por ejemplo mediante cursos de ética e interdiciplinariedad (dos conceptos demasiado abandonados en la actualidad), dado que conceptos como éxito, felicidad, y otros tantos pertenecen al campo de lo moral tanto en lo individual como en lo social.







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