Divagaciones del ser
P me dijo que me describiera en pocas palabras. Algo así como para
hacerse una idea general de quien soy. En filosofía esto podría entrar en el clásico campo del ser y el existencialismo del quién soy. Tuve la tentación de pasarle mi
cédula de identidad. Allí podría encontrar la informacíon que él
solicitaba: Nombre, edad, sexo, nacionalidad, profesión y si soy donante
o no, además de cuán fotogénico soy y mi grado de sarcasmo ante ciertas
situaciones. Como si fuera poco, si P tuviera acceso al sistema
computacional, con mi número de ciudadano podría acceder a mucha
información que le sería de utilidad: deudas, patrimonio, estado civil.
Con eso se haría una idea general de quien soy sin duda. Y entonces fuí
mas allá en mis pensamientos y me pregunté ¿soy yo mi cédula de
identidad? ¿cuanta información agregada hay en mi vida que no se podría
acceder solo consultando "el sistema"?.
Entonces comence a divagar que P no podría saber por ejemplo que me gusta la literatura y las artes en general; que pinto en oleo y dibujo en blanco y negro con lapiz tinta; que me gusta la música y tengo un buen número de instrumentos musicales que sé tocar y que me apasionan aunque no logre el virtuosismo en ninguno de ellos; o que tengo un jardín que me gusta cuidar y ver crecer, con vegetales que voy cosechando de a poco para consumo personal. Que me gusta reir y que he superado mucho de mis miedos. Que creo que se puede cambiar el sistema y este cambio comienza por uno, por cambiar hábitos de consumo, por crear hábitos de desapego, por adoptar conductas de dar y re-utilizar.
Entonces mi pensamiento viró hacia la posibilidad de que nada de eso fuera en realidad lo que soy, sino que de alguna manera somos en gran medida lo que otros ven de nosotros y no lo que realmente creemos ser. Incluso a veces somos lo que transmitimos, un mensaje para un receptor. Y entonces podemos llegar a ser muy distintos para distintos receptores (familia, amigos, pareja, trabajo). Entonces tal vez P podría consultar alguna de mis páginas sociales, donde parte de la vida y la personalidad de uno va quedando plasmada, aunque el grado de veracidad sea dudosa. Eso me llevó a pensar que tal vez no somos nada si no dejamos alguna huella como registro de que alguna vez fuimos algo.Y me encontré recordando el libro de Kundera "La insoportable levedad del ser" y los reflejos de otros en uno...
Fue su voz la que me trajo de vuelta cuando -no sé cuantos minutos habrían pasado, dada la relatividad del tiempo en estos casos de profunda reflexión en que un minuto puede ser una hora o viceversa- me repitió la pregunta, y esta vez me miraba con cara de que yo no sabia quien era o como si le quisiera ocultar algo. Sin duda mi silencio ya habia comenzado a formar en él una imagen de quien soy, asi que no tuve mas remedio que decir esa verdad a medias para que se hagan ideas generales: una lista de mis gustos. Lástima que se perdiera mi divagación que lo encontré de lo más interesante.
Entonces comence a divagar que P no podría saber por ejemplo que me gusta la literatura y las artes en general; que pinto en oleo y dibujo en blanco y negro con lapiz tinta; que me gusta la música y tengo un buen número de instrumentos musicales que sé tocar y que me apasionan aunque no logre el virtuosismo en ninguno de ellos; o que tengo un jardín que me gusta cuidar y ver crecer, con vegetales que voy cosechando de a poco para consumo personal. Que me gusta reir y que he superado mucho de mis miedos. Que creo que se puede cambiar el sistema y este cambio comienza por uno, por cambiar hábitos de consumo, por crear hábitos de desapego, por adoptar conductas de dar y re-utilizar.
Entonces mi pensamiento viró hacia la posibilidad de que nada de eso fuera en realidad lo que soy, sino que de alguna manera somos en gran medida lo que otros ven de nosotros y no lo que realmente creemos ser. Incluso a veces somos lo que transmitimos, un mensaje para un receptor. Y entonces podemos llegar a ser muy distintos para distintos receptores (familia, amigos, pareja, trabajo). Entonces tal vez P podría consultar alguna de mis páginas sociales, donde parte de la vida y la personalidad de uno va quedando plasmada, aunque el grado de veracidad sea dudosa. Eso me llevó a pensar que tal vez no somos nada si no dejamos alguna huella como registro de que alguna vez fuimos algo.Y me encontré recordando el libro de Kundera "La insoportable levedad del ser" y los reflejos de otros en uno...
Fue su voz la que me trajo de vuelta cuando -no sé cuantos minutos habrían pasado, dada la relatividad del tiempo en estos casos de profunda reflexión en que un minuto puede ser una hora o viceversa- me repitió la pregunta, y esta vez me miraba con cara de que yo no sabia quien era o como si le quisiera ocultar algo. Sin duda mi silencio ya habia comenzado a formar en él una imagen de quien soy, asi que no tuve mas remedio que decir esa verdad a medias para que se hagan ideas generales: una lista de mis gustos. Lástima que se perdiera mi divagación que lo encontré de lo más interesante.
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