Nos levantamos a las 4 am para subir a la alta montaña en la cuenca del Huasco. Eran poco más de dos horas de camino sinuoso que bordea la montaña hasta subir a los 3.500 m.s.n.m. (metros sobre el nivel del mar). Esa fue nuestra primera parada, donde nos recuperamos un poco del mareo que causa el camino lleno de curvas cerradas, en el estrecho camino que llevaba hasta allá, además de permitir a nuestros cuerpos aclimatarse a la altura, pues veníamos desde Vallenar (aprox. 380 m.s.n.m.). Luego de media hora, subimos por sobre los 4.000 m.s.n.m lentamente en las camionetas por entre montañas de colores (debido a los minerales del lugar), donde el paisaje era cielo azul, piedras, rocas y lugares con escasa vegetación.
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Vegatación de alta montaña entre rocas y piedras |
Entonces llegamos a uno de nuestros destinos: un arroyo que nace en la montaña (vertiente) y origina un bofedal y luego un pequeño río aguas abajo. Ver brotar el agua desde la montaña misma es en si un espectáculo mágico, que no te deja indiferente.
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Arroyo que nace en la montaña (aprox. 3.900 m.s.n.m.) |
Seguimos subiendo y al cruzar la montaña hacia la otra subcuenca, nos encontramos con un bofedal mucho más grande y que tenía fauna de aves y camelidos asociados. El penetrante silencio solo interrumpido por los fuertes vientos, el intenso azul del cielo, sumado a los colores de la montaña y del bofedal aportaban una visión de belleza que es dificil de describir y que traté de rescatar por medio de fotografías del lugar.
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Cielo, Montaña, Arroyo y Bofedal. |
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Camelidos (probablemente Vicuñas) en el bofedal. |
La belleza y majestuosidad de estos lugares es algo que se debe conservar, siendo ecosistemas de gran fragilidad que constituyen corredores biogeográficos para flora y fauna única de este tipo de paisaje.
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