Venía desde Viena y pensaba que vería un poco más de lo mismo... pero no. Todo me parecía diferente, (aunque familiarmente similar), sin duda era a la vez muy distinto. La arquitectura tenía nuevos detalles, los espacios otras distribuciones, diferencias fundamentales como las pendientes de las calles, la belleza de los ríos y sus puentes, la gente y el aroma de la ciudad. Estaba asombrado, primero por estar allí de pie, observando todo aquello. ¿Qué hacia yo tan lejos de casa y sin haberlo planeado? ¿Cómo fué que pasé de ver el barrio latinoamericano con sus casas pequeñas y sencillas a admirar aquella arquitectura con tanta historia? Me sentía atraido por todo, los sonidos, el idioma, los carteles en aquella lengua extraña y que de solo mirarla me parecía imposible a la vista. La capital de la República Checa atrae por la belleza de sus calles, bares, restaurantes, y sin duda (aunque no tengo fotos de ello) por sus ríos que atraviezan la ciudad. Arquitectura y colores