Un dia de Julio
Es el último lunes del mes de Julio y Santiago amanece inundado mientras la lluvia no para de caer en gotas gruesas y rítmicas que se suman a los ríos que corren por las calles de Ñuñoa y otras comunas. Me desperté antes que aclarara pensando que hace un año tenía la ilusión de que las cosas habían cambiado lo suficiente para que días como hoy no se volvieran a repetir, con esa distancia que duele y hace extrañar días mejores. Pero la realidad se hace más patente que nunca y no tengo más alternativa que suspirar y enviar un abrazo mental a T que cumple años hoy, mientras la tierra se encarga de recordarme que todo está en constante cambio y movimiento: un temblor sacude el amanecer. Ya en la calle pienso que esta ciudad está más preparada para los temblores que para las lluvias: las construcciones aguantan cuando el suelo se mueve con violencia pero no se puede cruzar una calle por el río en que se ha convertido después de unas horas de lluvia constante. La mañana se va rápida. Ahora