Herencia
Fue la genética la que moldeó la forma de mis manos, las proporciones en mi rostro. En estas manos de dedos nudosos y estas arrugas que rodean mis ojos voy reconociendo rasgos de antepasados que se evidencian en viejas fotografías. Y sin embargo no solo se hereda el porte y el color o la forma de los ojos: también se heredan ciertos gestos y gustos por la vida, así como una visión del mundo que se impregna bien adentro. Soy el resultado de las canciones con las que despertaba en la mañana, de las conversaciones de la política y la sociedad que nos rodeaban, de las tardes de sábado en el estadio o en la cancha del barrio alentando al equipo de los amores, de las películas que compartimos, de las calles polvorientas y los inviernos lluviosos, de los campamentos y las largas caminatas por la línea del tren bordeando la costa de Lirquén o Lota en el verano, de esa incorformidad por un sistema que no nos identifica y que nos quiere llevar a un colapso si no estamos dispuestos a decir ba