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Mostrando entradas de marzo, 2018

Turismo a micro escala

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Aquella mañana y mientras se preparaba el desayuno, Nicomedes descubrió que aparecieron/nacieron cuatro nuevas flores en uno de los maceteros que están en la ventana. Gran revelación incluso con características de milagro para unas plantas que pasan todo el día a la sombra debido a que ya es invierno y el sol se ha desplazado más hacia el norte y no deja que los rayos acaricien aquella ventana en esa fecha, pues mira al sur. Esta simple revelación lo motivó a hacer de turista por su casa y sobre todo en el jardín e intentar una suerte de microturismo: ¿cuantas cosas nuevas o reveladoras podía encontrar? Era temprano y el aire aun era frío; tímidos rayos de sol pasaban perpendiculares por las hojas de un naranjo arrimado al muro que da hacia el este, justo al lado de un ciruelo y una parra, haciendo un juego de luces y sombras que bien podrían ser parte de una película de Fellini o Guillermo del Toro. Entonces Nicomedes pensó que más que ninguna, era el eco de la película de Eliseo Subi

Releyendo a Thoreau

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Henry David Thoreau (Massachusetts, 1817 - 1862) fue un escritor, filósofo y pensador que causó un gran impacto en el mundo intelectual de su tiempo y en las generaciones posteriores. Se opuso al esclavismo norteamericano y promulgó ideas muy avanzadas para esa época de guerras, violencia y escasez, además de las necesidades, los lujos y el vivir la vida. Una de sus frases que me ha hecho profundo sentido la escuché por vez primera en la película "Into the wild": "Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente; enfrentar solo los hechos de la vida y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar. Quise vivir profundamente y desechar todo aquello que no fuera vida... Para no darme cuenta, en el momento de morir, que no había vivido". Resulta muy interesante la idea de que su filosofía de vida resulte tan vigente hoy, 200 años después de su nacimiento.  Releer a este autor es repensar el mundo en cuanto a los pensamientos imperantes hoy en día

Días de marzo

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Ya son las cinco de la tarde en Santiago de Chile. Marzo se adentra con días calurosos y de vientos frescos. Ahora mismo el cielo es de azul intenso, y el sol esta haciendo pasas unas uvas que tengo expuestas para ese propósito y así disfrutarlas en invierno, mientras la cortina de la ventana abierta se infla y desinfla con el viento fresco que entra para refrescar la tarde. Normalmente a esta hora estaría trabajando, pero una licencia inesperada me tiene en casa frente al mueble con libros que me llaman para que los relea nuevamente. Pero estoy leyendo uno nuevo que me regalaron así que tendrán que esperar otros días más en la estantería. Hace días que quiero escribir, pero no me encuentro con el tiempo, o con la inspiración para abordar un tema. En vez de sentarme y sentir el teclado y su ritmo me pierdo en las redes sociales viendo fotografías de lugares lejanos, leyendo frases que me inspiran o me dejan indiferente... mucha de ellas en realidad me causan una especie de "frus

Amor y Verano

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Después de un tiempo más o menos largo, he vuelto a retomar la escritura de poesía, y como desafío quiero escribir sobre un tema que en general no he explorado mucho: los poemas de amor. Siento que esta vez quisiera darle un sentido más profundo a la "sensación del amor" que rodea al escrito, a la atmósfera interna y externa que rodea al amor, pero manteniendo una extensión que no sea muy larga y que pueda transmitir la intensidad del amor (¿lo iré a lograr?). Aunque parezca extraño, muchas veces me quedo con la sensación de que podría extender un poco más el poema en algunos y acortar otros que me parecen muy extensos. Al final la decisión siempre es difícil. El hecho es que me gusta escribir y disfruto mucho de todo el proceso, incluso del proceso final que es compartirlo con otros. Es cierto que en el pasado he escrito un poco sobre el tema pero desde una visión algo diferente, incluyendo además poemas de "desamor" que he publicado en versión Kindle y que lueg

Paisajes de Tomé, Región del Biobio, Chile Central.

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No son solo las casas entre los cerros, sus colores, sus calles estrechas, su gente amigable y sus almacenes de barrio que parecen sacados de alguna película de época, también es su paisaje, su aire, el cielo azul, las playas de arenas blancas, de roqueríos y de océano pacífico que se extiende en el horizonte y choca con la Isla Quiriquina que parece un fantasma dibujado tenuemente contra las nubes que se recortan con el cielo. Es extraño, haber vivido allí cerca, a solo 30 kilómetros, en Concepción durante años y solo visitarla de vez en cuando, perdiéndome tantos inviernos y otoños de recorrerlo, de sentirlo, de vivirlo. Ahora en febrero lo visité brevemente y me perdí en su gastronomía costera, en su viento frío de la tarde, en su olor a brisa marina y sobre todo, en el sonido de su océano que besa las costas suavemente. A veces buscamos lugares hermosos y lejanos cuando estamos inmersos en ellos sin verlos porque estamos ciegos a la influencia de las ciudades, de los lugares exót