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Mostrando entradas de julio, 2016

Un dia de Julio

Es el último lunes del mes de Julio y Santiago amanece inundado mientras la lluvia no para de caer en gotas gruesas y rítmicas que se suman a los ríos que corren por las calles de Ñuñoa y otras comunas. Me desperté antes que aclarara pensando que hace un año tenía la ilusión de que las cosas habían cambiado lo suficiente para que días como hoy no se volvieran a repetir, con esa distancia que duele y hace extrañar días mejores. Pero la realidad se hace más patente que nunca y no tengo más alternativa que suspirar y enviar un abrazo mental a T que cumple años hoy, mientras la tierra se encarga de recordarme que todo está en constante cambio y movimiento: un temblor sacude el amanecer. Ya en la calle pienso que esta ciudad está más preparada para los temblores que para las lluvias: las construcciones aguantan cuando el suelo se mueve con violencia pero no se puede cruzar una calle por el río en que se ha convertido después de unas horas de lluvia constante. La mañana se va rápida. Ahora

Escribir por escribir

Me parece impresionante que esta sea la entrada número 246 de un lugar que utilizo simplemente para no perder el hábito de escribir por escribir, de decir cosas que tengo en la mente, en el alma, en lo que estoy viviendo en ese instante en que me siento frente al teclado y comienzo a dejar que mis dedos vayan fluyendo, mientras el sonido del teclado me va haciendo compañía a veces con una taza de té a mi lado, otras junto a un mate que se va disfrutando despacio, igual que las palabras que voy plasmando ahora, sin prisa, sin más objeto que disfrutar del proceso que me va llevando por caminos desconocidos hasta que finalmente, una idea queda plasmada. Quizá lo más parecido para mí sea el acto de caminar: comenzar de a poco sin rumbo definido, dejándose llevar por las calles que poco a poco van pasando mientras mi mente divaga, observando las casas, sus jardines, las aves y sus cantos, el ritmo de la ciudad. Escribir y caminar siempre me han parecido actos de rebeldías a esta socied

Colonia del Sacramento, Uruguay

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Uruguay es un país hermoso, con gente hermosa y muy amigable. Cuna de grandes escritores como Mario Benedetti y Eduardo Galeano, recorrer sus calles y ciudades me dejó grandes y hermosos recuerdos. Una de las ciudades con mayor belleza histórica y arquitectonica es Colonia del Sacramento, ubicada frente a Buenos Aires y separada por el gran río de la Plata (en efecto la distancia no permite ver la otra orilla del río), donde por las tardes se reune la gente a pasear por el muelle o su costanera con un mate bajo el brazo, y donde se puede ver gente vendiendo artesanias de la zona, tocando algún instrumento o leyendo un libro. Sus calles empedradas y sus grandes arboledas adornan una arquitectura que ha permanecido intacta desde la colonia: ventanales acabados en arcos, largas puertas dobles, casas con farolas en sus frentes y algunos automoviles estacionados (e inamovibles) de la época entregan ese mágico viaje al pasado. Pasear por la noche bajo las farolas, con el viento apacible y

La vida continúa

Compañeros, amigos, familia. Creadores y soñadores. A los que han amado y también a los que no. Ahora comprendo lo que es vivir, lo que es amar, sufrir, llorar, recordar, olvidar, perdonar. Un poema solo refleja un sentir. Hoy pétalos vuelan por el aire y el viento agita los cabellos. Allá arriba vuelan libres los volantines. Acá abajo los trompos danzan sin detenerse. Sus giros se han vuelto eternos. Una pregunta se instala en la mente más la respuesta es incierta. Suena una tonada, melodías llenas de simbolismos. Como amo la música y el arte. De seguro en algún lugar, en algún rincón alguien llora. Una flor brota. Un niño nace. Un ave canta. En resumen, la vida continúa. - Alejandro Palma