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Mostrando entradas de julio, 2015

Lluvia

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De pronto cambio el viento y las nubes se hicieron presentes. Al poco, la lluvia comenzó su canto y su danza por los techos del mundo.

La gente que me gusta (Mario Benedetti)

Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad. Me gusta la gente con capacidad para asumir las consecuencias de sus acciones, la gente que arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien se permite huir de los consejos sensatos dejando las soluciones en manos de nuestr o padre Dios. Me gusta la gente que es justa con su gente y consigo misma, la gente que agradece el nuevo día, las cosas buenas que existen en su vida, que vive cada hora con buen ánimo dando lo mejor de sí, agradecido de estar vivo, de poder regalar sonrisas, de ofrecer sus manos y ayudar generosamente sin esperar nada a cambio. Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente, pero sin lastimarme ni herirme. La gente que tiene tacto. Me gusta la gente que posee sentido de la just

Impuro

Había que limpiarlo. Que purificarlo. Le sacaron la ropa. Le sacaron la piel. Le retiraron uno a uno los músculos y los nervios. Le retiraron la masa que estorbaba sobre la frente. Lo dejaron en los huesos. Había que llegar hasta el alma.

Cuidarse

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  Cuidar y conectar e l cuerpo , las emociones, la mente y el espí ritu es una buena decisión, pues nos acompañaran hasta el final de nuestro viaje en esta vida. A veces nos decimos que no tenemos tiempo para ello. Sin embargo no requiere de mucho. Una rutina de 3 minutos puede entregarnos el balance y la fluidez para encontranos, conectarnos y cuidarnos mientras dure nuestro viaje.    

Brida - Paulo Coehlo (extracto)

"Cuando nos conocimos, y parece que yo siempre te conocí, porque no concibo recordar como era el mundo antes, te mostré la Noche Oscura. Quería ver como enfrentabas tus propios límites. Ya sabía que estaba delante de mi Otra Parte, y esa Otra Parte iba a enseñarme todo lo que yo necesitaba aprender, este fue el motivo por el que Dios dividió al hombre y la mujer... Quien intenta poseer una flor, verá marchitarse su belleza. Pero quien se limite a mirar una flor en un campo, permanecerá para siempre con ella. Porque ella combina con la tarde, con la puesta del sol, con el olor de la tierra mojada y con las nubes del horizonte. -El bosque me enseño esto: que tú nunca serás mía y por eso te tendré para siempre. "

Lo hermoso de los libros

Aquel es un encuentro que disfruta de lo íntimo. Es aprender a estar con uno mismo y a armarse un universo interno que emerge de la unión de las palabras y de la imaginación. Cualquier lugar puede resultar perfecto y el cuerpo aprende a adaptarse a cada uno de ellos: un banco en la plaza, tirado en la cama, sentado en el bus, de pie en el metro, en la playa, el parque, un café, un bar. Llegan a tu vida de diversas formas (desde los obligados, a aquellos que forman parte de intercambios, préstamos, regalos, etc) y entonces se vuelven parte de un proceso que incluye vínculos momentáneos, incompletos, plenos, indiferentes o para el olvido. Entonces puedes tomarlo, dejarlo, cambiarlo, volverlo a tomar, olvidarlo, y todo eso forma, define, construye y moldea en el desarrollo de la persona. Y aunque las letras se ordenan igual una tras de otra, nunca llegan de la misma manera al receptor que lo sostiene, y que lo vive y lo experimenta.

Ser Cronopio

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Un cronopio en Mexico.   No es fácil ser cronopio. Lo sé por razones profundas, por haber tratado de serlo a lo largo de mi vida; conozco los fracasos, las renuncias y las traiciones. Ser fama o esperanza es simple, basta con dejarse ir y la vida hace el resto. Ser cronopio es contrapelo, contraluz, contranovela, contradanza, contratodo, contrabajo, contrafagote, contra y recontra cada día contra cada cosa que los demás aceptan y que tiene fuerza de ley. Y ser cronopio es difícil e intermitente, igualmente difícil es representar a los cronopios, dibujarlos o esculpirlos. Muy pocas veces he visto imágenes ante las cuales se pudiera decir: “Buenas salenas, cronopio cronopio”. El club (el de Estocolmo) me envió hace mucho los dibujos de un niño llamado Miguel; ese niño había visto, estaba del lado de ellos. Y cuando Pablo Neruda fue a Estocolmo para recibir el premio Nobel, el club le regaló un cronopio de felpa roja que Pablo guardó con amor y celebró en un mensaje que