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Mostrando entradas de mayo, 2015

Involución

Pasan los días y me doy cuenta que ya no soy el mismo. Me cuesta escribir y pasan días en que no tomo un pedazo de papel con letras para leer algo. No pienso en las cosas de antes. No busco soluciones. No me importan los problemas. Con suerte me siento un rato y veo televisión. Creo que la vida me está consumiendo. Me estoy dejando ganar.  

Un reencuentro con las raices

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Tomar la ruta y adentrarse por los caminos que serpentean entre la montaña con destino a Quillota es un deleite para la vista y el paladar. Para la vista porque la flora, las aves y las casas de colores te conectan con lo que es Chile central de verdad y no esa selva de cemento llamada Santiago. Para el paladar, porque el camino está repleto de lugares para comer cosas típicas como empanadas, tortillas, aceitunas, etc. Tan solo llegar a Til Til es recordar al guerrillero llamado Manuel y hacer una parada casi obligada para desayunar unas empanadas y beber algo que caliente la fría mañana otoñal. Entonces, unas teteras negras sobre el carbón hacen acordar días en el campo, tantos campos, en Los Angeles, en Quilpué, en Villarrica, en el valle de Elqui, y ahora en Til Til, etc. De pronto entre vuelta y vuelta del camino ya estamos en Olmué y las calles parecen inundadas de gente de nuestra tierra: el Huaso a caballo con sus ponchos coloridos y sus sombreros de paja y de paño f

El paso del tiempo

A veces me cuesta darme cuenta del tiempo. Es cierto que me doy cuenta que ya es otoño y que las hojas forman crujientes senderos, o que el sol se oculta cada vez más hacia el norte y los días se han vuelto más cortos. Pero cuando realmente caigo en cuenta del tiempo, es cuando intento recordar cuándo fue la última vez que cruzamos una palabra, que me contaste de las vueltas de la vida, del cambio en alguna calle conocida o mejor aún, algunas de tus locuras o de cómo te regalaste otro de esos momentos tan tuyos, con un café, una frazada y un libro entre las manos. En resumen, me doy cuenta que el tiempo puede medirse en segundos, en minutos o en encuentros contigo.

Anti-Llamado

Hago un llamado a destruir el medio ambiente. Deje el agua corriendo No apague las luces Ni el televisor Ni el computador (utilice dos pantallas en vez de una) ¡Compre un celular más grande! Ojalá cámbielo todos los meses No olvide usarlo mucho Y cargarlo al menos dos veces al día Consuma Consuma de todo lo que pueda Sobre todo petróleo Use el automóvil hasta para ir a la esquina ¡Olvídese de caminar! Coma cosas desechables Y no olvide botar los envoltorios En la calle (igual que la colilla del cigarrillo) Por último Asegúrese de transmitir estas costumbres No sea rebelde No rompa la cadena destructiva. -- Anti-llamado Alejandro Palma

Conversaciones olvidadas

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Fueron tanta las palabras que nos dijimos. Tantas las veces que nos miramos a los ojos y nos reímos. Tus manos rozaron las mías y nos dejamos amar inconscientes del tiempo. Pero hoy sufro, y sufro con honestidad. Porque al despertar tus ojos ya no se reflejarán en los míos y otro sentirá la dulzura de tus besos, de tu sonrisa, de tus abrazos y tus roces inadvertidos. Y me preguntó ¿qué cambió desde ayer cuando nos besábamos en esquinas furtivas, bajo árboles sin hojas, entre camino y camino? Hoy ya no importa, porque de tu abrazo voy y mi futuro es incierto. Fuimos más que dos ¿qué más importa? El amor nos tocó y nos abandonó. Me llevo tu recuerdo. Me llevo mi amor. Me llevo nuestras conversaciones y nuestros momentos. Me llevo el dolor de saber que tal vez no te supe amar. Conmigo permanecerán todos esos instantes que nos hicieron felices y que hoy me hacen sufrir con honestidad. Momentos que me regalaste y que no volverán. Podría mentir y decir que estoy bien. Puedo engañar

El trabajo y la vida

Las Horas Se levantaba a las 5.30 am. Once horas y cuatro combinaciones más tarde regresaba a casa. Revisaba tareas y preparaba algo de comer para mañana. En la mesa incluso su sonrisa estaba cansada. A veces apoyaba un momento la cabeza en el respaldo de la silla y se le cerraban los ojos. Cabeceaba al menos dos veces antes de levantarse y ordenar todo antes de ir a la cama por unas pocas horas. Los Desconocidos Muchas veces lloraba en silencio mientras pensaba que por traer el pan a la mesa sus hijos se han vuelto unos desconocidos que ya crecieron. Tampoco había conocido a sus propios padres. Trabajaron largas horas toda la vida para que nunca le faltara nada. Y nunca le faltó nada. Nada, excepto unos padres con quien crecer. Y ahora la historia se repetía. Ahora tenía su propia familia desconocida. El trabajo Trabajaba domingos, feriados, días especiales, y aun así el dinero no alcanzaba para llegar a final de mes. Tenía una vida rutinaria y un sueldo miserable. Entonces se